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Canaima, una visita para enamorarse de la selva

Hola a todos, 

Cuando eres de Venezuela, hay dos sitios que tienes que conocer obligatoriamente. Uno es el Archipiélago de los Roques y el otro, el Parque Nacional Canaima. 

Este parque nacional está ubicado en el estado Bolívar y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994. Tiene 30000 km² de extensión y llega hasta la frontera con Guyana y Brasil. Por su tamaño, es considerado el sexto parque nacional más grande del mundo. Aquí encontramos también el Salto Ángel, que es la caída de agua más elevada del mundo (1283mts.). 

Canaima es especial por ser una reserva natural que cuenta con unas mesetas de roca, llamadas tepuyes, que tienen millones de años de antigüedad y son únicas en todo el mundo. Los tepuyes más conocidos son el Monte Roraima, el más alto y fácil de escalar de todo el parque, y el Auyan-tepui, el más visitado porque allí se encuentra el Salto Ángel. 

En esta zona viven los pemones, una etnia de indígenas, que ocupan gran parte del sureste del país. 

Conocí Canaima en abril de 2016, cuando volví a Venezuela y fui con mi novio. Él es español y yo quería que viera las cosas más lindas de mi país. Agarramos avión y luego avioneta, ya que, para ir en auto, son muchas horas. La sensación al llegar a Canaima es que estás en otro mundo, un mundo en el que la selva es casi virgen.

Fuimos en temporada baja y creo que éramos los únicos turistas. Hicimos los paseos a las cascadas y recorrimos la laguna en canoa. Vimos el Salto Ángel desde la avioneta porque nos dijeron que como no había mucha agua, no se hacía la visita por rio.

A partir de las 5 de la tarde, te empiezan a atacar los mosquitos, por lo que hay que ir preparado. En la noche, eso es un festival de saltamontes y bichitos haciendo escándalo. Caminar en la noche por esas callecitas de tierra sin ninguna iluminación, es una cosa entre el miedo y el encanto. Miedo porque yo me ponía a pensar que nos iba a salir algún espanto tipo “la llorona”, y encanto porque las estrellas parecían estar tan cerca que se podían tocar. 

Otra cosa maravillosa es que no hay delincuencia. Nadie te va a robar porque el turismo es lo que da trabajo a la gente de Canaima. Por lo que nosotros dejábamos la cartera y la cámara en la orilla de la laguna, y nos íbamos a caminar o a nadar tranquilamente. Una cosa que jamás se me ocurriría hacer en ningún otro país.

También salíamos a caminar sin rumbo fijo para a ver hasta dónde llegábamos. 

Vimos bastantes cosas, pero nos faltó todavía muchísimo, por lo que tendremos que volver en el futuro.

En definitiva, Canaima es un lugar mágico. Un lugar donde la naturaleza está virgen y en su máxima expresión, dónde los mosquitos no andan con cuento, dónde puedes disfrutar de la oscuridad y del silencio, dónde te puedes olvidar del celular porque no te llega la señal. Un lugar para desconectarte del resto del mundo. 

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