Hola a todos
De Santa Teresa fuimos a Quepos para visitar desde allí el Parque Nacional Manuel Antonio. Decidimos hacer base en este lugar porque habíamos leído que era más barato y había buena conexión de transporte público.
Habíamos reservado un apartamento que se veía bien en las fotos y luego de estar en la porquería de hostel de Santa Teresa, íbamos con mucha ilusión. ¡Qué equivocados estábamos!
Un argentino que nos encontramos nos dijo que Manuel Antonio “era una porquería” y que no perdiéramos el tiempo en ese destino. Como él tenía otro estilo de viaje porque solo buscaba playas para surfear, no le hicimos caso.
Llegamos a Quepos y el alojamiento Vistas del Pacífico quedaba alejado del centro y había que subir un kilómetro por una montaña hasta el edificio. En el camino nos encontró el esposo de la anfitriona y nos hizo el favor de llevarnos.
Rocío, la dueña de la propiedad, lo único que nos recomendó en Quepos fueron lugares para “tomar tragos”. Estaba todo sucio y era evidente que no se habían tomado la molestia ni de barrer antes de hacernos entrar. El WI-FI nunca funcionó y la cocina no se podía utilizar porque estaba prácticamente vacía.
Quepos en general, es un lugar feo. Para ir a la playa más cercana hay que caminar una hora y cruzar un río; debiendo pagar 300 colones a un barco para que te pase de un lado a otro y recorra una distancia de alrededor de 10 metros. A nadie en este pueblo se le ha ocurrido todavía hacer un puente. Una vez más, en Costa Rica en vez de solucionar los problemas, cada quién se monta su mafia para sacar dinero aprovechándose de las carencias del lugar.
El primer día decidimos conocer Quepos y perdimos el tiempo porque no hay nada que ver. Lo único bueno es que en un parque vimos un perezoso con su cría a un metro de distancia, lo más cerca que los vimos en todo el viaje.
Visitamos la marina, una playa que era toda de piedra e hicimos un trekking hasta una mini cascada. Luego cruzamos el río para ir a la otra playa. En el barco nos dijeron que era muy peligroso y que nos pusiéramos las mochilas adelante. Fue la primera vez en el país que nos sentimos inseguros. Nos metimos las cosas de valor entre la ropa y apenas pisamos la playa, empezó a llover super fuerte, por lo que regresamos al apartamento.
Al día siguiente fuimos al Parque Nacional Manuel Antonio. Agarramos un bus que salía a $1 y cuando llegamos, nos recordó a Chichén Itzá porque estaba lleno de vendedores y todos acosándote para comprar. La entrada al parque nacional cuesta $16 por persona y nos llovió durante toda la visita.
Todos los caminos estaban pavimentados. Imagínense la cantidad de árboles que tuvieron que cortar y la naturaleza que tuvieron que destruir para llenarlo todo de caminos de cemento. Aquello era más un parque de atracciones que una reserva natural. Recorrimos todos los circuitos que en su mayoría llevaban a miradores donde supuestamente podían observarse distintos animales.
A partir de las 11 de la mañana se llena de turistas incluso en temporada baja.
El parque tiene dos playas pequeñas en comparación con el resto de playas que hemos visto en Costa Rica. En una parte entre las dos playas vimos una boa constrictor comiéndose un mapache.
Estando en la playa, escuchamos un escándalo y nos acercamos. En un árbol estaban los monos capuchinos haciendo un espectáculo porque le quitaron las cosas a los turistas que estaban allí. Así llegaron más de 100 monos y empezaron a correr y a pelearse por todos lados.
Los monos capuchinos son de los pocos animales que no se alejan de los humanos, todo lo contrario. Además, aquí era evidente que estaban acostumbrados a que los turistas les dieran comida, por eso se comportaban así.
Estuvimos un rato en la playa entre lluvia y unos pocos rayos de sol y a las 15h empezamos el camino de regreso. Más adelante también estaban los monos quitándole las cosas a los turistas y dos de ellos me persiguieron durante un rato para quitarme la bolsa que llevaba.
Antes de irnos subimos a ver la cascada en medio de una lluvia torrencial y como casi todo en el parque, estaba cerrado y no apto para bañarse.
En Quepos no hay nada que ver y el Parque Nacional Manuel Antonio es justamente lo que evitamos en todos los viajes: exceso de turistas, estilo Disneyland y poco respeto a la naturaleza. En mi opinión, no vale la pena. Lo único bueno fue ver los perezosos de cerca y a la boa constrictor, esto ayudó a que no nos fuéramos tan decepcionados.
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