Hola a todos,
Lo primero que tengo que decir es que este país no es ni remotamente lo que me esperaba. Cuando llegamos al aeropuerto, queríamos ir en autobús hasta el centro, pero la parada estaba muy lejos del aeropuerto. Llevábamos bastante equipaje (ya que pasaríamos un mes en Costa Rica y uno en México), por lo que no podíamos caminar demasiado. Los taxis cobran $25 y pudimos negociar hasta $20.
Desde el primer momento me llamó la atención que dan el precio en dólares y luego hacen el cambio a colones si lo pides. Lo lógico es que fuera al revés.
La zona del hotel era muy fea. Salimos a la mañana siguiente a ver la ciudad y nos quedamos horrorizados. Yo esperaba algo como Quito o Lima. Allí entendimos por qué en ninguna guía hablaban de San José ni de cosas para hacer en la capital.
Decidimos parar primero aquí porque traíamos una maleta con ropa para México y en el hotel nos la guardarían por un mes, ya que nos hospedaríamos allí antes de irnos a Ciudad de México.
Estuvimos un día entero en San José y la gente nos pareció muy educada. El personal del hotel también fue muy simpático, lo único es que la habitación era de mala calidad y el baño era demasiado pequeño.
Partimos para Cahuita en un autobús que estaba destartalado. Llovió durante todo el recorrido recorrido y la sorpresa fue que cuando sacamos las mochilas del compartimiento de equipaje, estaban todas mojadas.
El Hotel Buena Suerte Bed & Breakfast costaba casi $20 dólares por persona y era un rancho. La habitación más vieja, fea, desgastada, oscura y mediocre que se puedan imaginar. Diego dijo que todos los alojamientos que había visto eran iguales y que parecía que, en general, las calidades de los hoteles iban a ser pésimas. Tenía razón.
El dueño del hotel era un italiano con los dientes llenos de sarro, las uñas llenas de mugre y el pelo largo. Éste y otros tantos extranjeros que nos encontramos trabajando en Costa Rica, tenían la pinta de que se habían escapado de la justicia en su país y por eso habían llegado a Costa Rica.
Nos empezamos a dar cuenta de que la gente era antipática y amargada. La encargada del restaurante, por ejemplo, atendía a los turistas con cara de asco y desprecio. En Cahuita faltaba mucha infraestructura: transporte público en buenas condiciones, carreteras decentes, iluminación en las calles, etc. Teníamos que salir del hotel con linternas porque solo la calle de los restaurantes estaba iluminada. Pero no era solo Cahuita, a medida que avanzamos en el viaje fuimos viendo que era todo igual.
A través de Couchsurfing me habían metido en un grupo de WhatsApp donde algunos locales ayudaban a los turistas sin ningún interés económico. Un día una chica preguntó sobre los alojamientos en Tortuguero y yo respondí que en general, era todo de mala calidad. Un chico costarricense me respondió indignado que los hoteles eran “ecológicos”. Estoy totalmente en desacuerdo, se puede ser ecológico sin ser mediocre y sucio. Sobre todo, se puede dar buena atención a los turistas y mejorar la hospitalidad sin hacer ningún daño al ambiente.
Costa Rica es un país pequeño y de un lado a otro se llega en unas pocas horas. Pero como el transporte público funciona tan mal, llegar de un sitio a otro cuesta un día entero y muchísimos trasbordos. Durante todo el viaje estuve extrañando el transporte público de México, ya que el año pasado habíamos hecho todo el recorrido en autobús sin problemas.
La hospitalidad fue pésima y el trato al turista horrible. Hacían un poco de esfuerzo mientras te querían vender tours, pero luego te trataban fatal. En muchos sitios, luego de que te daban la llave en el check-in, no le veías la cara a más nadie, ni para despedirse cuando te ibas. Me dio la sensación de que, en Costa Rica, la gente trabaja en turismo porque no tiene otra alternativa, pero en realidad, odian a los turistas.
A final de mes, cuando volvimos al Hotel Milan en San José, mejoró muchísimo nuestra apreciación con respecto a lo que pensamos a inicio del viaje. Habiéndonos quedado en hoteles asquerosos, el de San José fue sin duda el mejor, sobre todo por la hospitalidad.
En Costa Rica la relación calidad/precio es pésima. Pagas $25/30 por persona la noche para quedarte en lugares asquerosos. Además, todo es carísimo (llegamos a pagar $5 por un kilo de pasta y $6 por una pastilla de ibuprofeno). Los tours no bajaban de $50.
Nos preguntábamos a dónde iría todo el dinero del turismo, ya que no se veía en infraestructura y todo era muy decadente. Otra cosa increíble es que el Wi-Fi no funcionaba en ningún sitio; solo en San José y era muy lento.
Me gustó mucho el cambio de mentalidad hacia cuidar el medio ambiente. Estaba prohibido fumar en las playas y y reservas naturales.
Además, hay muchas señales para recordarte que debes llevarte tu basura, para que uses protector solar que no dañe el ecosistema, etc. Recuerdo que en El Chollín había un anuncio que decía “Tico que se respeta, no bota basura”.
La gente que encontrabas por la calle, que no estaba ligada al turismo, se quejaba de que Costa Rica había empeorado mucho. Contaban los problemas con la inmigración de Guatemala, con la pesca ilegal que está destruyendo los ecosistemas, los problemas con el transporte público.
Me di cuenta de que nadie hace nada para resolver las cosas que fallan, sino que cada quién se monta su “mafia” para sacar dinero. En vez de poner horarios de autobús que coincidan con el de los barcos, los taxis te atacan como hienas y te cobran precios absurdos. En Quepos, para cruzar un río hacia una urbanización, habían barcos para pasarte de un lado a otro, cobrándote también una cantidad absurda ¿A nadie se le ocurrió hacer un puente?
También me llamó la atención que no encontrábamos variedad de frutas en los mercados. Era un problema conseguir unos pocos plátanos para desayunar. Yo esperaba lo mismo que en México, una variedad loca de frutas y verduras.
El taxista que nos llevó al puerto de Sierpe, que cobraba $10 por persona para hacer un recorrido de 20 minutos, nos contó que Costa Rica “es una piñata desde hace tiempo” porque hay mucha corrupción y todo es un desastre. Nos explicó que la población estaba harta y haciendo huelgas por todo.
En definitiva, Costa Rica es un país maravilloso por la naturaleza y la biodiversidad que tiene, lástima que el resto de las cosas funcionen tan mal. El país es carísimo y no entiendes a dónde va el dinero del turismo ya que las carreteras están en pésimo estado, el transporte público no funciona, los hoteles están en decadencia, la atención al turista es pésima, etc. Además, aunque digan lo contrario, también hay delincuencia y los locales le echan la culpa a la inmigración de Guatemala y de Colombia.