Hola a todos,
Inicialmente pensamos en pasar un mes en Medellín ya que muchos decían que era la mejor ciudad de Colombia. De hecho, un amigo que es de Verona se fue a vivir allí y yo pensando “Bueno, si dejó Verona e Italia para irse a Medellín, será porque es hermoso”.
Llegamos al aeropuerto y lo primero que noté es que los taxis/Uber eran mucho más caros que en Bogotá. Un trayecto de 30 minutos para ir del aeropuerto al alojamiento nos costó 90.000 COP ($23).
A primera vista, Medellín se ve más verde que Bogotá. Diego se quedó maravillado con la zona de Poblado porque tenía muchos árboles y se respiraba un poco mejor que en Bogotá.
Poblado es la única zona buena y relativamente segura de Medellín, donde vive la gente de clase alta. No se siente tanta inseguridad, pero aun así se ve indigencia por todas partes. Aquí no teníamos tanto miedo de salir al supermercado en la tarde, porque en Bogotá luego de que se ponía el sol, no se podía salir.
El primer día fuimos al Pueblito Paisa y yendo en el taxi nos dimos cuenta de que había un tráfico horrible, mucho peor que en Bogotá. El Pueblito Paisa consiste en 4 casas pintadas en la cima de una montaña con algunas tiendas de souvenirs y restaurantes. Ni valor cultural, ni valor turístico, ni nada.
De ahí fuimos caminando al centro y la contaminación es tan horrible como en Bogotá. Solo en Poblado no se siente tanto porque hay árboles.
El centro es la cosa más fea y decadente que se puedan imaginar. Las calles estaban sucias y llenas de huecos. Casi todo el centro son tiendas de ropa barata y hay cientos de vendedores por las calles gritando.
La Plaza de Botero, una de las atracciones más icónicas de la ciudad, es una locura de ruido, vendedores ambulantes y basura. Además, hay muchísimos indigentes tirados por el suelo medio desnudos. La verdad es que aquello era un espectáculo dantesco y los turistas se tomaban las fotos con las esculturas de Botero totalmente indiferentes a la miseria que los rodeaba.
El centro de Medellín es sumamente inseguro y da miedo caminar por ahí. Además, hay mucha gente loca o drogada que anda por ahí peleando o gritando y no sabes si en cualquier momento viene y te hace algo.
Aparte de la Plaza de Botero, hay dos iglesias más que son supuestamente turísticas y nada más. Luego de ver lo poco que había, pedimos el taxi y salimos despavoridos de allí.
Al día siguiente fuimos a ver la Comuna 13 que antiguamente era el barrio más peligroso de Medellín y ahora es turístico porque supuestamente ya no es inseguro. Cuando llegas, te empiezan a acosar los guías turísticos para hacerte el recorrido “sin compromiso”.
Los ranchos/chabolas están pintados de colores y hay graffitti por todas partes. Subes una serie de escaleras eléctricas y llegas a una especie de mirador donde hay policías. No alcanza la vista para apreciar todo el territorio que está cubierto por ranchos.
Hay un camino de cemento de un kilómetro por donde es “seguro” caminar, pero aun así, vimos a un grupo de jóvenes consumiendo droga en una esquina.
No se imaginan lo mal que nos sentíamos de estar allí. Más allá de la constante sensación de inseguridad, no logro entender cómo se hace turismo con la pobreza y la miseria. El que uno vaya de turista a tomarse fotos, me parece una burla hacia esa pobre gente.
A las 11am ya empezaban a poner la música a todo volumen en las tiendas de souvenir y empezaban a llegar en masa los grupos turísticos.
Al día siguiente fuimos a ver Guatapé.
Aquí hago un paréntesis para contarles un poco cómo funciona el tema. En Medellín lo único “medianamente decente” que hay, es Guatapé, por lo que todos los habitantes de Medellín van de visita los fines de semana. En auto tardas una hora y media si no hay tráfico, pero en Medellín siempre hay tráfico.
Un taxista que nos quería llevar y pasarse el día con nosotros por 280.000 COP ($71) nos dijo que era mejor ir durante la semana porque el fin de semana te podías tardar 5 horas en ir y 5 horas en volver.
Al final, decidimos ir con un taxi normal ya que no queríamos que nos esperara nadie y poque no íbamos a pasar el día entero allí. Apenas nos subimos en el taxi, el tipo empezó a preguntar con quién volvíamos “ya que lo lógico era regresar con la misma persona”; el hombre estuvo toda la hora y media hablando sin parar diciendo que el viaje “nos había salido muy barato”, que volviéramos con él, lo que pagaba de peaje y hasta un cuento de que supuestamente le habían dado un tiro en la columna cuando estuvo de militar en los Estados Unidos.
De verdad, insoportable. Le dijimos que volveríamos con él y que en la tarde le avisábamos dónde nos tenía que buscar, solo para que nos dejara en paz y se fuera.
El Peñón de Guatapé es una piedra a la que se sube por unas escaleras. Es de gestión privada y hay que pagar 20.000 COP ($5) para subir. En la cima lo único que hay es un restaurante y una tienda de souvenirs, los trabajadores de ambos se la pasan todo el tiempo gritando a la gente para que compre; además, ambos tenían la música a todo volumen.
Hicimos un par de fotos de las vistas y bajamos. Como pueden apreciar, otro lugar con nulo interés cultural.
Toda la zona alrededor del Peñón también está llena de restaurantes y tiendas de souvenir, cada uno con una música diferente a todo volumen; además, afuera de los establecimientos están los vendedores gritando.
La zona es linda y muy verde, pero cuando vas caminando y viendo de cerca, te encuentras que está todo lleno de basura.
Fuimos al pueblo de Guatapé y no hay ni una acera , por lo que fueron 40 minutos caminando por el borde de la carretera.
El pueblo de Guatapé consiste en algunas calles pintadas de colores con restaurantes y tiendas de souvenir, nada más.
A las 11:30h agarramos un bus para volver a Medellín que nos dejaba en la estación de autobuses y de ahí agarramos un Uber hasta nuestro alojamiento. Tardamos 3 horas y media. Imagínense lo que hubiéramos tardado si volvíamos en la tarde.
La zona de la estación de autobuses estaba rodeada por un barrio, por lo que también daba bastante miedo estar por allí.
En algún momento mientras organizábamos la estadía en Colombia, yo pensé pasar un mes en Guatapé y lo descarté porque los alojamientos eran ranchos que costaban más de $1000 al mes.
El último día que estuvimos en Medellín nos quedamos en el alojamiento descansando porque no tenía ganas de salir a ver más pobreza.
Seguramente el post les parezca pesimista, pero lamentablemente es la realidad. Pensaba que Medellín sería diferente ya que dicen que es lo mejor de Colombia, pero me encontré la misma decadencia. De hecho, el centro de Bogotá que no me había gustado, subió de categoría luego de ver lo que hay en Medellín.
Si hablamos de zonas buenas que es donde se quedan los turistas, la de Medellín es mejor que la de Bogotá porque es más verde y quizás tiene un poco menos de indigencia.
Sinceramente no entiendo cómo hay gente a la que le encantó Medellín. El centro es un desastre de basura, ruido e indigencia, el cielo está gris de la contaminación, el turismo consiste en ir a los barrios a tomar fotos de ranchos o en subirte en el metro cable para pasar por encima de las zonas más pobres y aunque los que viven allí digan lo contrario, es igual de inseguro que el resto de Colombia.
Luego de ver lo que es realmente Medellín, nos sentimos agradecidos del problema que tuvimos en el Affinity Aparta Hotel y de que no tuvimos que pasar un mes allí, una semana ya fue demasiado.
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