Hola a todos,
De La Fortuna nos fuimos a Playas del Coco. Habíamos leído que está lleno de jubilados norteamericanos y que es muy tranquilo. Desde que llegamos, se veía todo mucho más arreglado y cuidado. Las carreteras bien pavimentadas y los jubilados de aquí para allá en sus carros de golf.
Una cosa que me chocó desde el primer momento es que la gente por la calle te habla en inglés en vez de hablarte en español. Es algo que me molestada también en Cabo San Lucas. Además, el hecho de que el turismo sea mayormente de Estados Unidos hace que los precios sean más caros. Playas del Coco y Bahía Drake son los dos sitios de Costa Rica donde era más cara la comida.
Teníamos reserva en el hotel M&M que estaba a un paso de la playa. La ubicación era buena pero el hotel era viejo y los acabados horribles.
La primera tarde estuvimos en la playa que está justo al frente del hotel y el agua es marrón, algo muy común en Costa Rica, sobre todo la parte del Pacífico.
Al día siguiente fuimos a caminar hacia uno de los lados de la playa. Como la marea estaba baja, recorrimos la parte rocosa que por la tarde se cubre de agua. Vimos algunos pescados, pero el agua estaba turbia y había mala visibilidad. Luego, nos quedamos un rato en una playa escondida tomando sol. Aquí solo había locales que luego de una mañana de trabajo, habían comido pescado a la brasa ahí mismo y descasaban en hamacas.
Desde Tortuguero nos quedó la obsesión por los pinchos de pollo. Casi todos los días comprábamos pinchos y hacíamos plátano o yuca hervida.
Por la tarde nos fuimos ya equipados con cámara al otro lado de la playa y aunque la arena era negra, el agua estaba más limpia y cristalina. Pasamos allí el resto de la tarde.
El siguiente día, fuimos caminando 2 horas a la Playa Calzón de Pobre. Pasamos una zona de casa espectaculares en la cima de la montaña.
Llegamos a la playa y estábamos solos. La arena era blanca y el agua cristalina. Cuando Diego estaba saliendo a buscar las caretas para hacer snorkelling, una mantarraya pasó casi rozándome el pie. Estuvimos un par de horas encantados viendo pescados y hubo un pez globo que nos siguió durante todo el camino.
Cuando salimos de hacer snorkelling, había llegado mucha gente a la playa. Era fin de semana por lo que estaban los turistas y los locales. Además, cada grupo con su música a todo volumen. Por lo que empezamos el camino de regreso con aquel solazo de mediodía.
Milagrosamente encontramos a Patrick, un norteamericano que vivía entre Costa Rica y USA, nos hizo el favor de llevarnos hasta el pueblo. Fue tan bello que nos dejó en la puerta del hotel. Siempre lo recordaré con cariño porque nos salvó de esa caminata de regreso.
Luego fuimos a uno de los lados de la playa y nadamos hacia una plataforma que había a unos cuantos metros de la orilla. Cuando regresamos nos dimos cuenta de que se habían robado las toallas que nos daba el hotel. Nos indignamos porque hay que ser muy ruin para robarse unas toallas usadas; además que están perjudicando a su misma gente que vive del turismo.
Explicamos lo que nos pasó a la recepcionista pensando en que nos iban a querer cobrar las toallas. La chica nos dijo que no nos preocupáramos y estaba más mortificada por nuestras cosas que por las toallas.
Aquí tengo que destacar que estábamos un poco descontentos con este hotel porque las instalaciones estaban muy viejas. Pero la percepción fue mejorando ya que nos cambiaron de habitación cuando lo pedimos y la recepcionista gestionó perfectamente el robo de las toallas. Fue el único hotel de Costa Rica al que le puse 4 estrellas.
Playas del Coco fue un destino que me gustó por la tranquilidad y buena vibra que tiene. La ubicación del hotel fue perfecta y la playa era muy larga por lo que no te aburrías de explorar. Además, había otras playas cerca. Es más caro ya que casi todo el turismo es norteamericano, pero se pueden encontrar opciones con precios asequibles.
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