El 18 de noviembre de 2022 fui a consulta con la abogada Marta Couto del bufete de abogados Jaime Roriz.
Fue el primer bufete de abogados que me salió en Google y como me dieron la cita rápido, decidí probar. Pagué 79,95 euros por una consulta de media hora.
Habíamos quedado en que la abogada me mandaría un estimado de lo que serían los gastos para elaborar la acción y llevarla al tribunal; además, me informaría si se podía pagar en cuotas.
Decidimos hacer el esfuerzo de pagar un abogado solo porque la abogada Marta Couto nos dijo que podíamos pedir 50.000 euros de indemnización. Luego de 8 meses, nos dimos cuenta de que eso no era cierto.
Nunca me mandó el presupuesto estimado y el 20 de noviembre le envié toda la documentación; dos días después me responde que no tenía idea de que íbamos a contar con sus servicios.
También le digo que estoy a espera que me mande el presupuesto estimado y me dice que no, que ella ya me había explicado que no podía hacer un presupuesto ya que se pagaba por horas trabajadas.
Aunque sabía que no era yo la que se había equivocado dando la información, decidí dejarlo pasar.
Yo tenía muchísima prisa por ir a juicio y recibir la supuesta indemnización para poder tener dinero para legalizar la casa.
Como antes de meter la acción en el tribunal hay que mandar cartas para intentar resolver la situación de forma pacífica, le dije a Marta Couto que procediera al envío de las cartas de interpelación a la brevedad posible.
Justo en esos días recibimos la denuncia del estafador de João Valente, por lo que dar respuesta al Juzgado de Paz, era prioritario.
El 23 de noviembre firmamos el documento de procuración forense y transferimos 307,50 euros para que ella pudiera hacer la respuesta al Juzgado de Paz.
El 30 de noviembre Marta me escribe para que le reenvíe el documento de procuración forense firmado porque no lo encontraba.
El 2 de diciembre, envía la respuesta al Juzgado de Paz. Me quedé contenta porque me pareció que el documento estaba bien hecho y quedaba claro que el solicitador era un corrupto y un estafador.
En teoría el 15 de diciembre teníamos la cita de premediación en el Juzgado de Paz y como debíamos ser acompañados por la abogada, tuvimos que pagar una provisión de 184 euros porque si no, ella no se podía mover de su oficina.
Al final, la abogada de João Valente llamó a la mía y dijeron que no querían llegar a ningún acuerdo, por lo que el caso iba a juicio.
El 26 de diciembre responden de la Seguridad Social pidiendo nueva documentación con respecto a la solicitud de apoyo judicial. A esto respondo Yo porque si lo hacía Marta Couto me iba a costar 200 euros más.
A partir de aquí, la abogada desaparece durante un mes entero y sigo mandando semanalmente una actualización de documentación ya que como yo estaba haciendo reclamaciones por todas partes, siempre iba teniendo cosas nuevas que anexar al caso.
Se suponía que apenas respondiera a lo del Juzgado de Paz, iba a elaborar las cartas de interpelación.
Como tenía un mes que ni siquiera me respondía a los emails, pensaba que la habían despedido o incluso que se había muerto. Mandé una solicitud de contacto a través de la página web para ver si Marta Couto seguía trabajando en el bufete de abogados de Jaime Roriz.
El 26 de enero la abogada me manda un email con muy malas formas en el que escribe:
“Buenas tardes, Erika, hoy vuelvo a su presencia. En emails anteriores le transmití que no siempre puedo dar respuesta a tiempo por el volumen de trabajo”
Una cosa es que no pueda responder inmediatamente y otra cosa es que se desaparezca por un mes. Si tiene tanto volumen de trabajo al punto de que se tarda un mes para responder a un email, quizás el bufete de abogados está agarrando más clientes de los que realmente puede gestionar.
Ese mismo día también me dice que la próxima semana va a enviar las cartas de interpelación.
Esto era mentira, ya que, a partir de ahí, volvió a desaparecer.
El 1 de febrero, luego de pagar la mensualidad de 150 euros, le aviso que me han citado en el tribunal para declarar por la denuncia que yo había hecho en la policía y que como ya mi denuncia estaba en el tribunal, que ella podía hacer la acción para anexarla a ese proceso.
Es decir, la abogada tenía casi 3 meses a partir de ese momento para elaborar la acción.
Como de nuevo llevada desaparecida desde el 26 de enero, le escribo nuevamente el 27 de febrero para decirle que a esas alturas (4 meses desde la primera consulta) ni siquiera había enviado las cartas de interpelación y para preguntarle si era capaz o no de hacer el trabajo, si no que me avisara para buscar otro abogado.
Me respondió pidiendo mil disculpas porque “tenía mucho trabajo”.
Vuelve a desaparecer y el 6 de marzo le escribo nuevamente para decirle que sigo esperando las cartas de interpelación que había prometido el 26 de enero.
El 7 de marzo vuelvo a mandarle el mismo email.
El 8 de marzo vuelve a aparecer pidiendo disculpas una vez más porque tiene mucho trabajo y procesos más urgentes y prioritarios que el mío. Aquí comienza a mandar las cartas de interpelación para que yo las revise.
El 10 de marzo hace el envío de las cartas.
Hagan Ustedes los cálculos de cuánto se tardó Marta Couto para enviar 4 cartas de interpelación. Cuatro cartas que eran iguales prácticamente.
Lógicamente, yo seguía pagando la mensualidad a pesar de que ella aparecía de mes en mes.
Entre el 13 y 21 de marzo recibimos las respuestas a las cartas de interpelación, y como era de esperarse, todos se echaban la culpa entre ellos para no asumir responsabilidad.
El 24 de marzo escribo de nuevo a la abogada para decir que ya ha pasado el plazo de 10 días y que por favor elabore la acción para el tribunal ya que solo queda un mes para que yo vaya a declarar.
Recién el 29 de marzo es que se le ocurre hacer la solicitud de apoyo judicial para la acción por estafa.
El 24 de abril, cuando quedan ya 3 días para ir a declarar al tribunal, escribo a Marta Couto para ver si ya está lista la acción.
Una vez más, responde que tiene mucho trabajo y que no le dio tiempo. Como se aprecia en los correos, ella siempre estaba trabajando contrarreloj en procesos con plazos a punto de vencer.
El 1 de mayo, luego de pagar religiosamente la mensualidad, le informo que la persona que me tenía que atender estaba de huelga y que me llamarían para otra fecha.
Tengo que destacar que, a partir de aquí, la excusa para no hacer su trabajo era que “hasta que no hubiera respuesta al apoyo judicial, no se podía introducir la acción en el tribunal”.
Si ella sabía esto ¿Por qué no había hecho la solicitud de apoyo judicial antes?
El 8 de mayo me doy cuenta de que me mandaron dos facturas por los dos últimos importes pagados y mando un mail porque si están emitiendo una factura por cada pago, me faltan facturas. Como solo había recibido las últimas dos, pedí el resto.
El 11 de mayo mando el mismo email con copia a la abogada quien responde que ella no sabe nada y que escriba a la contable.
El 18 de mayo como nadie me ha respondido ni me han enviado las facturas, escribo por tercera vez para pedir el envío de todas las facturas por email. Mando el mensaje también a través de la página de contacto y de Facebook.
En el email decía lo siguiente:
“Buenas tardes,
Le escribo por tercera vez para solicitar el envío de mis facturas.
Escribí por primera vez el 8 de mayo y por segunda vez el 11 de mayo, sin que nadie se molestara en responder.
El mismo 11 de mayo pedí el estado de cuenta y a ese correo sí respondieron.
Hasta ahora he pagado 1091,5 euros y 7 meses después me encuentro con que no tengo nada y estoy aún peor que antes: estafada, sin acción judicial y con 1091,5 euros menos.
No soy millonaria y la cantidad que he pagado hasta ahora ha significado un esfuerzo económico muy importante para mí y mi novio.
Lo mínimo que pido es que me traten con respeto y dignidad.
He tenido paciencia porque entiendo que mi abogada tenía asuntos más importantes que tratar durante estos 7 meses, pero lo que me parece inaceptable es que nadie se digne responderme cuando pido mis facturas. Facturas que legalmente deberían haberse emitido automáticamente una vez realizados los pagos.
Me parece una total falta de respeto y una vergüenza que nadie me mande las facturas cuando estoy pagando caro la respuesta a cada email.
Busqué un despacho de abogados grande precisamente para asegurarme de que las personas que me asistieran fueran profesionales y responsables. No para tener que enviar el mismo email por tercera vez, ya que nadie se ha dignado a contestar.
De los 1091,5 euros pagados solo me enviaron 2 facturas de 150 euros cada una. ¿Qué pasó con el resto de las facturas?
Aparte del desgaste emocional y psicológico que supuso para mí ser estafada, hacer el esfuerzo de pagarle a un abogado solo con la esperanza de poder recuperar el dinero y el tiempo perdido, estando 7 meses después aún sin la demanda, y aun teniendo perder el tiempo con esto.
Nuevamente gracias a la encargada de contabilidad por enviarme mis facturas.«
Esa misma noche mandaron las facturas a las 22h.
Me imagino que alguno de los mensajes que envié le llegarían al jefe y por eso es que finalmente la contable se dignó a hacer su trabajo.
A este punto, estaba cansada de esperar a que la abogada se dignara a hacer la acción judicial, de la fortuna que me estaba costando solo que me respondieran a los emails, y de los precios desorbitados que había pagado por los trámites simples que había hecho hasta el momento.
A mayo de 2023 ya había pagado 1150 euros y ni si quiera había elaborado la acción para el tribunal ¿Cuántos miles de euros más y cuántos meses más iba a tener que esperar?
La excusa ahora era que había que esperar por la respuesta del apoyo judicial. ¿Por qué se esperó hasta el 29 de marzo para hacer la solicitud? La podía haber hecho en diciembre de 2022.
No es que la abogada ya tenía la acción hecha lista para introducirla en el tribunal apenas aceptaran el apoyo judicial. No, a esas alturas ella no había hecho absolutamente nada.
El 1 de junio, ya agotada de esperar, dejé una reseña negativa con la esperanza de que alguien se interesara por hacer el trabajo bien.
La reseña decía:
“Espero poder cambiar mi opinión en el futuro y dar una crítica positiva.
Fui estafada por Remax Rubeas cuando compré una casa en septiembre de 2022.
Hasta el día de hoy estoy esperando que mi abogada haga la acción para el tribunal. 8 meses que espero y pago religiosamente todos los meses. 1150 euros pagados hasta el momento, de los cuales solo tengo menos de 300 euros como saldo acreedor y ni siquiera se ha realizado la acción.
Además, tuve que mandar el correo electrónico a todos tres veces para que pudieran enviarme mis facturas porque me estaban ignorando.
Espero sinceramente que mi valoración sirva para mejorar los servicios prestados”
A las 22h me escribe quien presuntamente era Jaime Roriz, (digo presuntamente porque yo nunca le di mi teléfono ni lo autoricé a escribirme por WhatsApp) para amenazarme con denuncia por la “falsedad” que yo había colocado en la reseñas.
Mi pensamiento fue “Otro mafioso más”
Mi respuesta fue:
“Buenas noches, apreciado Sr. Jaime Roriz,
En primer lugar, en ningún momento dije que no se habían emitido las facturas, sino que envié tres correos para que me respondieran y me enviaran las facturas que no me habían enviado, porque hasta ese momento solo habían enviado dos facturas.
Si dices que ya fueron enviadas, no las recibí. No cuesta nada simplemente responder al correo electrónico y enviarlas.
Responder a un correo electrónico es simplemente ser cortés y cordial.
Dejo mi comentario como crítica constructiva para ayudar a mejorar.
Como dije en la reseña y sobre lo cual nada mencionaste, llevo 8 meses esperando que la abogada elabore la acción. Algo que me parece excesivo.
También creo que todos tenemos libertad de expresión para contar nuestras experiencias y tú también tienes libertad de expresión para responder a la reseña con tu opinión.
Mi intención era simplemente mejorar el servicio prestado.
También creo que tú deberías ser el más interesado en el servicio que se da a los clientes.
De todos modos, no te preocupes, ya eliminé la reseña por miedo a ti y a tus amenazas.
Agradezco el tiempo que te tomaste para escribirme, es una pena que no haya sido por las razones correctas.
Te deseo buenas noches y buena salud.”
Es muy grave que un supuesto abogado viole mi intimidad y mi privacidad escribiéndome por WhatsApp a las diez de la noche cuando yo ni lo conozco, ni le he dado mi teléfono, ni lo he autorizado a que se ponga en contacto conmigo. Además, que no lo hizo preocupado por el servicio que presta su oficina de Porto, sino para amenazar e intimidar; actitud que me esperaría de un criminal y no de un abogado.
Inmediatamente escribe Marta Couto, quien no estaba preocupada porque yo llevaba 8 meses esperando a que ella se dignara a hacer la acción, sino porque “puse en duda su trabajo”.
En este email puso en copia a Jaime Roriz, quien seguramente era ignorante y desconocedor de los varios emails en los que ella pedía disculpas porque tenía mucho trabajo.
El 2 de junio escribí un mail por la mañana y luego por la tarde a Sara Filipa, quien supuestamente es la CFO, para que me devolvieran el importe que quedaba en mi cuenta ya que me iba a buscar otro abogado.
El 5 de junio escribo a Marta Couto ya que Sara Filipa no se había dignado a responder.
Marta dice que “no entiende por qué estoy cambiando de abogado”.
Ese mismo día procede Sara Filipa a devolver el dinero y a confirmar la cancelación de mi cuenta.
Incluso Jaime Roriz me mandó el comprobante por WhatsApp cuando él no debería estar mandando nada. Así de incompetente es la CFO, que el “jefe” tiene que estar mandando el comprobante bancario directamente al cliente.
Los días 7, 9 y 12 de junio recibí 3 emails más de este despacho en el que reportaban tarifas por alguna actividad realizada. ¿No tendrían que haber cancelado mis datos del sistema? ¿Por qué me seguían llegando emails?
Así de desastroso es el funcionamiento de este bufete de abogados.
Así termina mi relación con Jaime Roriz luego de perder 8 meses y haber tirado 903,89 euros a la basura.
Cuando fui a consulta con otros abogados, me di cuenta de que la información que nos había dado Marta Couto no era correcta.
Marta Couto nos había dicho que podíamos pedir 50.000 euros de indemnización y no era cierto. Nos explicaron que, para poder pedir los daños patrimoniales, teníamos que haber hecho ya la legalización de la casa y pagar todo lo que había que pagar. No se podía ir a juicio a pedir dinero del aire.
Solo después de haber hecho todo y tener las facturas es que realmente se podía contabilizar el dinero que se iba a pedir por daños patrimoniales y no patrimoniales.
Además, tampoco se puede pedir tanto dinero por daños y prejuicios porque eso depende de la sensibilidad del juez y en Portugal, no se le da mucho valor.
Los abogados con los que consulté cobraban por elaborar la acción y ahí estaba incluido todo: el envío de emails, el WhatsApp, acompañamiento en el tribunal.
En el bufete de Jaime Roriz me cobraban cada email y cada segundo en que la abogada pensaba en mí. De hecho, la respuesta a un email me costaba casi 4 euros.
Otra cosa importante es que yo ni siquiera tenía el teléfono de Marta Couto y los otros abogados con los que consulté no entendían cómo era posible que yo no tuviera el teléfono de mi abogada.
El apoyo judicial se entiende aprobado a partir de cierto plazo, cosa que Marta Couto nunca explicó y con esa excusa nos hubiera tenido esperando quien sabe cuántos meses más.
Si tomamos en cuenta que todo es extra, ir a juicio con el bufete de abogados de Jaime Roriz quizás me hubiera costado 8 mil euros y 2 años más esperando.
Además, luego de ir a consulta con otros abogados, queda claro que con Marta Couto hubiéramos perdido el juicio y nos hubiéramos quedado más desgraciados que antes.
Con todos los emails y la conversación que tenía, reporté este bufete de abogados ante la Ordem de Advogados y no por la extrema lentitud de Marta Couto, ni por los precios abusivos, ni por la grandísima incompetencia de la CFO Sara Filipa, sino por el comportamiento criminal e intimidatorio del señor Jaime Roriz, que es lo contrario a lo que debe ser un abogado.
Jaime Roriz borró inmediatamente la reseña que dejé en Google y si ya borrando las reseñas negativas tienen un 3,7 de puntuación, lo que es bastante malo, imagínense la evaluación real que aparecería si no borraran las reseñas negativas.
Aquí les dejo una muestra de las evaluaciones. Lo que le sobra a este bufete de abogados son reseñas negativas. Me pregunto si el señor Jaime Roriz ha amenazado y acosado a todas estas personas, que al igual que yo, contaron las pésimas experiencias que tuvieron.