Hola a todos,
El año pasado cuando estuvimos en México descartamos Holbox porque habíamos leído varias cosas negativas, una de ellas que el agua no es cristalina. Esta vez como no teníamos un viaje tan ajustado, decidimos darle una oportunidad a esta isla.
Hay que ir en avión de Ciudad de México a Cancún, agarrar un autobús al centro, otro desde el centro hasta Chiquilá y finalmente, el barco que te lleva hasta Holbox. Muchas horas de trayecto para llegar a un sitio que no te compensa el desplazamiento.
Llovió en el camino y cuando llegamos a Chiquilá, las calles de tierra estaban hechas laguna. Tenías que ir saltando de un lugar para otro. Menos mal que desde hace mucho tiempo viajamos con mochilas. Llegamos a Holbox y el agua en esa parte donde te deja el barco estaba asquerosa.
Las callecitas de Holbox son también de tierra y todo estaba inundado. Ahí mismo nos tuvimos que quitar los zapatos porque no había ningún sitio por donde pasar; el barro llegaba hasta las rodillas. Fue un shock porque aquello era horrible y decadente.
Llegamos al “Hotel Paseo Kuka” que reservamos solo por el nombre (los venezolanos saben de qué hablo).
Algo importante a tener en cuenta es que no funciona el WiFi en ninguna parte porque no llega bien la señal a la isla. De hecho, nuestros teléfonos también se quedaron sin conexión cuando llegamos.
Dejamos las cosas y nos fuimos a ver la playa. Desde el primer momento que sales de la protección de las mosquiteras del hotel, sea de día o de noche, los mosquitos te atacan sin piedad. La primera tarde fuimos corriendo a comprar repelente, pero no sirve de mucho.
Toda la playa está llena de tumbonas, de techos y de palos que ponen las distintas propiedades para cerrarse su pedazo de playa. Por lo que eso de caminar idílicamente durante kilómetros, no es posible. Los paseos por la playa se parecen más a una carrera de obstáculos.
Los precios están bastante más altos que en el resto de México, casi a nivel de España.
La primera noche cenamos en un lugar de tacos que no me gustó nada y para almorzar, el recepcionista del hotel nos dio el contacto de un sitio que hacía comida casera por 90 pesos la ración. Esto nos cayó de maravilla porque cuando llegábamos al hotel, teníamos allí la comida que habíamos encargado.
Para cenar, alrededor de la plaza también hay opciones más económicas de tacos, tortas y otras cosas.
El primer día fuimos hacia Punta Mosquito que es la parte esa donde se hace la foto todo el mundo. Hay gente que se va caminando por lo que llaman la “lengua de arena”, pero nosotros fuimos por la playa y un poco antes del rio, cruzamos. En todo este tiempo, los mosquitos no dejaron de acosarnos ni un solo momento. Diego que por lo general no se queja de nada, estaba asqueado entre los mosquitos, los charcos de barro y el calor.
Toda la orilla de la playa es fangosa y resulta desagradables para caminar, además hay raíces de manglares por lo que es importante ponerse cangrejeras o sandalias para no reventarte los pies.
Caminamos hasta donde están los carteles. Hay una parte que está cerrada con boyas y no se puede pasar ni molestar a las aves. Te penalizan si te ven cruzando o comportándote indebidamente con las especies.
De regreso vimos dos cangrejos herradura y más hacia los manglares, una mantarraya pequeñita.
Regresamos al hotel, almorzamos y fuimos de nuevo a la playa a tomar el sol, esta vez la que está a 5 minutos. La orilla está siempre repleta de algas, y los hoteles viven recogiéndolas eternamente y echándolas en otro lugar, por las partes de la isla a donde no llegan los turistas, hay montañas gigantes de algas putrefactas.
Meterte a bañar también es un poco asqueroso porque tienes varios metros en los que es como caminar dentro de una sopa de acelgas. Tal y como habíamos leído el año pasado, el agua no es cristalina porque la isla es casi toda de manglares. En ciertas zonas huele a agua estancada, lo que es normal cuando todo está lleno de manglares y en Holbox, además, tienen muchos problemas con las aguas sépticas; por lo que no descarto que parte de los deshechos vayan a parar al mar.
Apenas baja el sol, los mosquitos que te han estado acribillando durante todo el día, se multiplican por un millón y se ponen más agresivos todavía (si es posible). Por lo que toda la gente huye despavorida a partir de las 17h. Nosotros vimos el atardecer en el muelle (que estaba excesivamente lleno de gente) y nos regresamos corriendo al hotel.
Más de nuestra estadía en Holbox el próximo jueves.