Hola a todos,
Aquí les dejo la parte 1 de este post:
Como me había parecido tan indignante la mediocridad con la que habían gestionado mi reclamación ante Livro de Reclamações, decidí poner una denuncia ante CICAP pidiendo la devolución de los 55 euros de la consulta.
Si no me iban a devolver el dinero ni a pedirme disculpas, por lo menos que pagaran abogado nuevamente.
Mandé toda la documentación a CICAP y la audiencia de mediación fue el día 14 de septiembre de 2023.
El día anterior CICAP me mandó el mismo email de la abogada que ya vieron en el post anterior y esta vez sí mandaron la ortopantomografía.
Es decir, se necesitaron 2 denuncias y 8 meses para que esta clínica de incompetentes se dignara a mandar la ortopantomografía que yo había pagado.
Ya habíamos ido en dos ocasiones anteriores y la parte demandada no se había presentado, por lo que yo pensaba que esta vez iba a ser igual.
Llagamos y había dos mujeres y Diego me dijo que ellas eran de la clínica. Estaban la abogaba y la que presuntamente era Giuliana, la asistente del dentista.
Primero pasamos la abogada y yo, y mi pensamiento fue “Aquí nos vamos a matar si es preciso”.
No por los 55 euros sino por mi honor, esta empresa tenía que pagar por el tiempo que me había hecho perder y se tenía que hacer justicia.
Nos sentamos y la abogada dice “Yo no sé lo que la señora pretende”.
Pensé que estaba siendo sarcástica pero luego me di cuenta de que en realidad ella no tenía ni idea de lo que yo pedía ni de nada en general.
Empecé a contar mi historia con mucha indignación e ira y cada vez que la abogada interfería para llevarme la contraria yo le respondía dejándola como una incompetente.
Debo resaltar además el lenguaje corporal. Yo estaba sentada erguida y con los brazos cruzados; cuando hablaba, era muy dura y transmitía autoridad.
En cambio, la abogada estaba con la espalda arqueada, con la mano en la boca como para que solo el jurista le viera los labios cuando hablaba y además, con un tono de voz tan bajito que era casi un susurro.
Cada vez que intervenía yo le decía que ella no tenía la más mínima idea de lo que realmente había pasado y que le habían contado una historia que era falsa.
A todo lo que ella decía, yo respondía que no era correcto.
En un punto, ella dijo que Giuliana me había llamado y yo le dije que no, que Giuliana me mandaba mensajes de texto y ella me preguntó si tenía esos mensajes de texto y la cara le cambió porque pensó que me iba a callar.
Yo le dije que lógicamente no tenía los mensajes de texto porque nunca me hubiera imaginado llegar a ese punto, pero que me enseñara ella el registro de llamadas telefónicas de la clínica ya que ella decía que la clínica me había llamado diariamente durante más de 20 días.
Ahí su cara se quedó como si yo le hubiera dado una cachetada.
Seguí contando los hechos tal y como habían ocurrido y el jurista se quedó impresionado al saber que yo ya era cliente de tratamientos estéticos de la clínica.
Una de las tantas cosas absurdas que la abogada dijo es que la clínica me había regalado la ortopantomografía ya que no estaba colocado en la factura y yo le dije que la clínica siempre hacía factura sin especificar el concepto. Yo me había hecho botox, fillers, ultrasonido, Diego se había hecho PRP y en el concepto siempre habían puesto “tratamiento médico”.
Me gustaría saber qué opina la agencia tributaria y la ASAE de esta facturación tan genérica.
De hecho, para prueba un botón:
En ese momento la abogada preguntó cuánto estaba pidiendo y el jurista le dijo que eran los 55 euros de la consulta.
La abogada pidió permiso para salir a hablar por teléfono con la clínica.
El jurista empezó a hablar con las otras dos personas que estaban en la sala (la secretaria y probablemente un chico de prácticas) y se quedó en shock porque la abogada ni siquiera sabía lo que la denunciante estaba pidiendo.
Les dije que la abogada no tenía ni idea y les mencioné los importes que pagaba de tratamientos estéticos y que era absurdo que prefirieron perder dos clientes a devolverme 55 euros.
La abogada regresó, y nuevamente encorvada y con la mano en la boca, le dijo al jurista que la empresa iba a devolver los 55 euros.
El jurista le preguntó varias cosas a la abogada sobre la clínica y siempre respondía que no sabía.
El jurista una y otra vez se quedaba con cara de asombro.
Esta clínica parece que tenía como meta contratar al personal más incompetente posible para todo, porque el espectáculo que dio la abogada fue bochornoso.
Esperamos un rato para que la secretaria redactara el acta de la sesión de arbitraje en la que se colocaba que ambas partes llegábamos a un acuerdo y la clínica tenía 10 días para transferirme los 55 euros.
La abogada comenzó a decirle al jurista que colocara que yo no podía difamar a la clínica en redes sociales y el jurista le dijo que no, que en el acta se iba a colocar únicamente que yo no podía hablar de esa sesión de arbitraje.
Ella siguió insistiendo un par de veces más y el jurista siguió diciendo que no.
Para que entiendan lo estúpida e incompetente que es la abogada, la difamación es un delito penado por la ley y si yo dijera algo que la empresa considera que es difamación, me tendrían que llevar a juicio.
Poner que “yo me comprometo a no difamar” sería como colocar que yo me comprometo a no asesinar, a no acosar sexualmente, a no evadir impuestos, etc.
Por eso, era absurdo que ella le pidiera al jurista que lo colocara en el acta.
La abogada que ni siquiera sabía qué hacía allí ese día y no se había tomado la molestia de leer mi denuncia, ahora pretendía hacerme un NDA (non-disclosure agreement) por 55 miserables euros.
Para los que no saben, un NDA es un documento que te hacen firmar las empresas cuando tienes información sobre ellos con el que te censuran de por vida y te pagan millones para comprar tu silencio.
Me gustaría saber de dónde se sacó el título universitario esta “abogada”, si es que realmente lo tenía.
El juez le dijo a la abogada que le recomendara a su empresa que en un futuro devolvieran el dinero y ya está. Que dieran gracias que yo solo había pedido la devolución de los 55 euros porque si quería, podía pedir hasta 5000 euros de daños y perjuicios.
Así terminó la historia con la Clínica Luso Espanhola y yo me quedé con una sensación de satisfacción enorme por haber hecho justicia.
Al contarle a Diego cómo había sido la sesión de arbitragem, me repetía una y otra vez que tenía que haber estudiado derecho y que todavía estaba a tiempo de sacarme la carrera.
Antes de escribir este post di un vistazo a las reseñas de la clínica y pensé que quizás era lo mejor haberme ido de allí porque habían muchas cosas raras con respecto a los tratamientos estéticos y a la clínica en general.