Hola a todos,
Cuando en Italia llevaban semanas de aislamiento, en España todavía se estaban riendo del coronavirus. De hecho, en Valencia seguían con la celebración de las fallas como si la cosa no era con ellos.
Cuando se dieron cuenta de que el coronavirus no era un chiste, comenzó el estado de emergencia acompañado de sus leyes y regulaciones mal delimitadas.
Cuando en Italia tardaron semanas en ponerse a hacer tonterías como aplaudir, cantar en los balcones y poner música; en España desde el primer día de cuarentena ya estaban derrochando estupidez. Les daba igual que hubiera gente que seguía trabajando desde sus casas que necesitara tranquilidad y acostarse temprano.
Así, las primeras dos semanas de cuarentena fueron un infierno de aplausos, escándalo de los vecinos gritándose de balcón a balcón y las mismas patrullas de policía pasando a las once de la noche con música a todo volumen. Sí, la policía de España dando el ejemplo en cuanto a estupidez se refiere. Así empezó la cuarentena para mí.
A nivel mundial empezaron los mensajes positivos y las esperanzas de salir “fortalecidos” de esta pandemia.
¿Cómo vamos a salir fortalecidos si es en los peores momentos cuando los seres humanos destacan por su egoísmo?
En Italia los precios del gel antibacterial y de las mascarillas se dispararon. Los venezolanos que creían que solo se bachaqueaba en Venezuela, se encontraron con que es algo mundial que la gente ponga sus intereses económicos por encima de todo.
Con el coronavirus aprendimos también que no solo en Venezuela se pueden quedar los supermercados desabastecidos. En cualquier país del mundo, si la gente compra más de lo que necesita, todos los supermercados se van a quedar vacíos.
Cuando empezó la cuarentena en Italia, una amiga se quedaba horrorizada de que hubiera tan pocos respiradores con respecto a la población.
La realidad es que ningún país del mundo tiene un sistema sanitario preparado para la pandemia que estamos viviendo ni para afrontar ninguna emergencia ¿Por qué? Porque todos los gobiernos tienen «cosas más importantes» en las que invertir el dinero.
Con una semana de cuarentena ya estaban los hospitales al límite, el sistema administrativo colapsado, los supermercados desabastecidos y a la gente matándose a golpes en los supermercados por papel higiénico.
No hacen falta los zombies para que el mundo se transforme en The Walking Dead.
Otra consecuencia del virus: la economía se fue al demonio. Algunos países buscaron la manera de ayudar a la gente subvencionando o postponiendo los pagos de servicios e hipotecas.
Creo que España es el único país que no perdonó ningún pago de nada; todo lo contrario, empezaron a hacer despidos masivos. Como si la situación laboral no fuera ya lo suficientemente precaria.
Muchos esperaban que los seres humanos cambiáramos la mentalidad y pudiéramos salir de la pandemia con un aprendizaje.
A pesar de que me llamen pesimista, lo que estamos pasando ahora con la pandemia solo me sirve para reafirmar que la sociedad da miedo, y que la gente es egoísta y buscará siempre su beneficio propio.
El aprendizaje que a mi me queda es que lo mejor que uno puede hacer es vivir lo más alejado posible de la gente.
Lo único que me alegra de estos meses que vamos a pasar confinados es que los animales y el medio ambiente van a poder descansar de nuestra presencia.