Hola a todos,
Como les dije inicialmente, teníamos pensado hacer base en tres sitios en Turquía. La idea era ir de Fethiye a Trabzon y luego terminar en Estambul.
Estuvimos viendo qué hacer y alojamientos en Trabzon, pero no nos gustó ninguno y como todos los vuelos hacían escala en Estambul, decidimos hacer base allí e iríamos un fin de semana a Trabzon.
Reservamos todo el mes en el airbnb del que ya les conté el jueves pasado.
En el aeropuerto agarramos un autobús que nos dejaba en Taksim y de ahí, agarramos taxi hasta el alojamiento. En este viaje le decía a Diego que íbamos de millonarios porque nosotros no agarramos taxi nunca.
A primera vista, Estambul es más sucia y decadente en comparación con lo que ya habíamos visto. Ese domingo que llegamos lo que hicimos fue comprar comida y dar un paseo por la calle peatonal Istiklal.
El primer día fuimos a visitar la Torre Galata y ya nos dimos cuenta de que allí ni se ponían la mascarilla.
Una cosa curiosa es que Estambul está llena de perros y gatos callejeros. Me llamó la atención que la gente los cuida muchísimo y los alimentan. De hecho, la gran mayoría de perros y gatos estaban gorditos y sanos. Nos dijo el amigo de Diego que a los animales no los matan en las perreras; los llevan, los castran y los marcan; luego los sueltan. Hace tiempo los mataban (como se hace en el resto del mundo), pero la gente se manifestó para que dejaran de hacerlo.
Me gustó ver ese lado humano de los turcos para cuidar los animales de la calle. De hecho, una tarde vimos a dos gatos peleándose y toda la gente fue a separarlos; como los gatos seguían furiosos, dos hombres agarraron cada uno un gato y se los llevaron para que se calmaran.
La gente está muy dispuesta a dar amor a los gatos y éstos están acostumbrados. Cuando fuimos a pasear los domingos, vimos que la gente se sentaba en los parques y venía algún gato y se sentaba encima.
Diego llevaba todo el viaje tocando los gatos a pesar de ser alérgico hasta que un día agarró una alergia super fuerte y se le puso la cara como tomate y no podía tragar.
También es verdad que al estar todo lleno de comida, de potes de agua y de casas hechas con cajas, varias partes de la ciudad tenían muy mal aspecto.
Tengo que decir que yo me imaginaba Estambul y Turquía en general, totalmente diferente. Diego había estado solo un día cuando hizo una escala hace años y también tenía una idea diferente porque solo había visto la zona alrededor de las dos mezquitas más importantes. Esa zona no tiene nada que ver con lo que realmente es la ciudad.
Cuando fuimos a ver la mezquita de Süleymaniye, equivocadamente nos fuimos por un puente que no es el más turístico. Pasamos por una parte que ustedes no se pueden imaginar lo horrible que era. Primero por una calle llena de bares asquerosos con gente mayor tomando café; lo peor es que todo el piso estaba lleno de gargajos. Yo casi que vomitaba. De ahí se quedó “La calle de los escupitajos”. Luego seguimos por una calle que era de casas de madera de hace 200 años que se estaban cayendo a pedazos. Era todo de película de terror.
Ése es el verdadero Estambul que los turistas no ven. Además, la diferencia entre las zonas turísticas y las que no lo son, es brutal.
Visitamos todas las urbanizaciones que vimos en internet y la que más me gustó fue Kadiköy porque estaba todo limpio y la gente parecía más civilizada. Me gustó también la zona de Nisantasi; fuimos allí ya que la novia del amigo de Diego lo había recomendado para comprar los zarcillos de ojo turco que yo quería.
Entramos también a los bazares más famosos y mi recomendación es comprar por fuera porque ahí todo es más caro. Me llevé especies y las compré en el supermercado. Diego que le llevó algún souvenir a sus padres, los compró en Istiklal Caddesi. Los dos bazares que están cerca de la zona de las mezquitas son muy turísticos y por eso más caros. El último día fuimos a uno que nos recomendó la host de airbnb y ese sí era típico. Quedaba en una zona fea y nada turística; además, tenían ropa barata, accesorios, cosas del hogar y verduras gigantes.
La última semana en Estambul el país hizo lockdown a partir de las 20 hasta las 8h y regresando de Cappadocia vimos cómo pasaba la policía mandando a la gente a sus casas.
Encontramos restaurantes veganos maravillosos y super baratos. En Kadiköy había uno que te hacía un durum gigante por menos de 2 euros. Siempre recordaremos ese sitio.
En definitiva, Estambul no fue para nada lo que me esperaba. Por lo que comenta la gente, me esperaba algo así tipo película de Aladdin. Es una ciudad impresionante porque tiene muchos lugares de interés cultural (palacios, mezquitas), pero sucia y decadente. La gente está fumando y tirando basura por todos lados. En ese aspecto, por un lado me gustó y por el otro, la odié.
Aquí hay más acoso hacia los turistas para venderte cosas.
La ciudad me pareció segura, fueron pocas las madrugadas en las que estuvimos por la calle por desplazamientos y no nos sentimos inseguros en ningún momento. Se veían bastantes patrullas circulando por todos lados (en ese aspecto me recordó a CDMX), pero nada más.
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