El 7 de noviembre, cuando teníamos 3 días en Playa del Carmen, nos fuimos caminando a unos cenotes que eran supuestamente públicos. Al llegar, nos dimos cuenta de que era un parque de atracciones (Native Park) y cobraban $80 por entrar al cenote.
Seguimos caminando para ver si encontrábamos un acceso a la playa y el personal de seguridad de Xcaret nos dijo que la única playa de acceso público era la del centro (que habíamos visto el día anterior y nos resultó una porquería).
Ahí se me cayó el alma al suelo y me di cuenta de que Playa del Carmen era lo mismo que Tulum y Cancún: turismo masivo y todo privatizado.
En mi preocupación, le dije a Diego: ¿Y si cancelamos la segunda reserva? Fue un decir ya que cancelar la reserva nos significaba perder los $1400 que habíamos pagado.
Cuando llegamos a la playa del centro y conecto mi celular al hotspot de Diego (ya que solo le pusimos línea a su celular), inmediatamente me llega el mensaje de que la host me había cancelado la reserva del mes siguiente.
Ahí me sentí bien y a la vez mal por todo el trabajo que esa cancelación nos iba a suponer: horas buscando otros alojamientos, decidir si nos íbamos de Playa del Carmen o no, comprar vuelos para un nuevo destino, comenzar mi batalla contra Airbnb para que asumieran su responsabilidad, etc.
En ese momento, todavía no estábamos asqueados del primer alojamiento y como tenían la semana de navidad reservada, decidimos ampliar la estadía allí hasta el 20 de diciembre e irnos del país.
Inicialmente no habíamos reservado por más tiempo allí porque ya en diciembre se ponía excesivamente caro.
Me quería ir a Argentina porque así aprovechaba y pasaba las fiestas con mi amiga Angélica, pero me daba de todo tener que hacer un vuelo tan largo otra vez. Luego vimos que, aunque se podía viajar a Argentina, te pedían PCR a pesar de estar vacunado y seguro médico de covid; por lo que descartamos ese país por el momento.
Decidimos irnos a Bogotá porque no había ninguna restricción de covid y era un vuelo relativamente corto. Además, era un buen destino para empezar a recorrer toda Sudamérica.
Esto se cuenta fácil, pero fueron días de estar investigando y haciendo reservas.
En el alojamiento de la cancelación, la noche me costaba $48.8 y en el primer alojamiento donde tuvimos que extender 20 días más, la noche nos salió a $81.87. Lo que significa un costo adicional por noche de $33.67 para un total de $572.39. Es decir, la cancelación de la reserva me supuso tener que gastar $572.39 más de lo que inicialmente tenía planeado.
Además, era lo único que había porque para inicios de noviembre todos los alojamientos de Playa del Carmen y alrededores estaban reservados.
La única solución de Airbnb era darme un cupón con condiciones fraudulentas: menos de un mes para usarlo y por un mínimo de $1200. Dicho importe era sin incluir las tasas de Airbnb ni tarifa de limpieza; además, debía ser una nueva reserva, por lo que la extensión de los 20 días en el alojamiento en el que estábamos, no contaba. Como pueden ver, un cupón para que no lo puedas usar.
Me pasé dos meses enteros peleando con Airbnb para que se hicieran responsables y me pagaran ese dinero extra que me gasté. Todos los días mandando mensajes y escribiendo en todas las redes sociales. Además, denuncié a Airbnb ante Profeco (oficina del consumidor en México) y una organización europea de defensa del consumidor.
Al final del primer mes, había conseguido que me modificaran las condiciones del cupón para usarlo en un año por cualquier importe. Además, conseguí que me reembolsaran $306.
Esos $306 corresponden al importe de tasas que pagué a Airbnb por reservar a través de su página. O sea, que tampoco es que me estaban regalando dinero.
A raíz de pasarme un rato todos los días escribiendo en todas las redes sociales, me encontré unos casos impresionantes de otros huéspedes que hasta me sentí afortunada.
Gente a la que se les habían metido en el alojamiento y les habían robado todo, una familia que reservó en una cabaña que no existía y se quedaron sin dinero, alojamientos infestados de cucarachas y llenos de colillas, parejas a las que habían amenazado y se habían ido por miedo de que los agredieran, una mujer que reclamaba en LinkedIn porque Airbnb le debía más de 100k desde hace meses.
Con el reembolso de $306 y si tomamos el cupón de $149 como parte de pago, Airbnb aún me debía $117.
Lo que aprendí de esta experiencia:
Las tasas que pagas a Airbnb no te aseguran absolutamente nada. De hecho, no hay ninguna manera de hablar con alguien con carácter de urgencia; lo único que puedes hacer es mandar un mensaje por la plataforma y esperar semanas para que te respondan (dependiendo de la presión que puedas ejercer a través de redes sociales).
Es mentira que tienes un seguro de muchos millones que te protege. Cuando tienes algún problema, los casos se resuelven en base a unas “políticas miserables” que aseguran que la empresa no pierda dinero con ningún cliente, da igual lo que haya pasado. Tienes que reventar las redes sociales a diario para que vayan soltando algo de dinero que será una miseria y no te compensará la situación por la que has pasado y el tiempo que has perdido.
Una cosa que me resulta nueva es que ahora los agentes de atención al cliente “se van pasando la pelota” y quizás sea el quinto o el sexto agente el que sea capaz de darte alguna respuesta.
Mi aprendizaje es que hay que tener varias opciones, no te puedes quedar solo con Airbnb. A partir de allí hice una investigación exhaustiva y me fui guardando webs de búsquedas de alojamientos para futuros destinos.
Leí un comentario en el que decía que Airbnb ahora “es solo para los ricos”. Recuerdo de que hace años un amigo que vivía viajando me dijo que usara esa plataforma porque era muy barato. Ahora, Airbnb es todo menos barato; entre gastos de limpieza y demás tasas, parece ser un servicio de lujo.
Al final, si da igual y nadie te va a proteger cuando tengas problemas, es mejor alquilar directamente en webs locales y directamente en efectivo ya que saldrá mucho más barato. Me recomendaron Facebook Market y tengo que probarlo. Pero esto es cuando uno va con un poco más de tiempo para ir visitando alojamientos; en los países en los que solo se puede estar 3 meses como turista, nosotros preferíamos reservar y evitar pérdidas de tiempo; eso sí, si te toca un mal alojamiento, se te arruina la estadía completa.
Lo ideal para mí luego de todas estas experiencias es un hotel que tenga mini apartamentos con cocina, porque en un hotel siempre vas a tener gente que te responda inmediatamente y tienes los estándares mínimos garantizados: limpieza, internet, buena cama, etc. También es excelente opción si tienes contactos en el destino al que vas, que te ayuden a buscar alojamientos con los locales; así pagas al momento de llegar y si no te gusta el alojamiento, te vas a otro sitio sin perder el dinero.